Yo soy perfeccionista. Me frustro cuando algo no me sale bien. Y cuando estás 3-5 minutos en una postura no muy habitual para tu cuerpo, hay mucho espacio para frustrarse, hasta cabrearse, querer corregir cosas.
Mis primeros intentos de Yin Yoga fueron realmente desafiantes. Pero cuando consigues entregarte, soltar, estar en quietud en la postura que adoptaste, sin juzgarla, es una sensación muy calmante. Puede parecer que la clase pasa muy lenta, que apenas se hacen asanas, y aun así, cuando sales de la clase, algo ha pasado dentro de ti. Vale la pena probarlo.